Con la ayuda de unas tijeras, separar las uvas en pequeños racimos de aproximadamente quince granos cada uno.
Lavar las uvas y secarlas.Poner en una cacerola la miel a calentar para que se licúe lo máximo posible.
Poner en un bol el azúcar grueso.
Pasar las uvas por la miel, procurando que queden bien impregnadas y, enseguida, por el azúcar para que queden bien cubiertas con éste. Clocarlas en la nevera para que la miel se solidifique.
Servir en una ensaladera con hojas de parra, si es posible, y servir.